Autor: Dr. Luis Sevinsky, Dermatólogo
Es fundamental entender que los rayos UV se dividen principalmente en dos tipos: UVA y UVB, y ambos pueden afectar nuestra piel:
Rayos UVA: Están presentes durante todo el año, independientemente de la estación o el clima. Penetran profundamente en la piel, causando daño a largo plazo que se manifiesta en forma de manchas oscuras, conocidas como “manchas de sol” o, de manera errónea, “manchas de la edad”. Estas manchas no son un signo de envejecimiento natural, sino el resultado de una exposición solar acumulativa.
Rayos UVB: Son más intensos durante los meses de primavera y verano (septiembre a marzo en el hemisferio sur), y son los principales responsables de las quemaduras solares. Aunque son menos prominentes en invierno, no desaparecen por completo y también pueden contribuir al desarrollo de cáncer de piel.
Incluso en días nublados, hasta el 80% de los rayos UV pueden atravesar las nubes y llegar a la superficie de la piel. Por eso, recomiendo usar protectores solares de amplio espectro todos los días, sin importar la época del año.
El daño que los rayos UV causan en la piel no siempre se manifiesta de inmediato, pero tiene efectos acumulativos que pueden ser graves. He visto en muchos de mis pacientes cómo la exposición continua y sin protección lleva a:
Manchas Oscuras: Estas manchas, lejos de ser inofensivas, indican un daño solar significativo que aumenta el riesgo de desarrollar problemas cutáneos más serios.
Queratosis Actínicas: Son lesiones precancerosas que aparecen como áreas secas y escamosas, principalmente en zonas expuestas como la cara, las manos y el cuero cabelludo. Si no se tratan a tiempo, pueden evolucionar a cáncer de piel en 10 o 15 años.
Envejecimiento Prematuro: El sol es el principal factor externo que acelera el envejecimiento de la piel. Las arrugas, la pérdida de firmeza y la textura áspera son consecuencias directas de la exposición UV.
La mejor manera de evitar estos problemas es adoptar una rutina de protección solar constante. Como médico, estas son las recomendaciones que considero clave:
Usa Fotoprotectores de Amplio Espectro: Asegúrate de que el protector solar que uses brinde protección tanto contra los rayos UVA como UVB. Aplica el producto de manera generosa y uniforme, incluso en días nublados o cuando estés en interiores expuesto a la luz a través de ventanas.
Aplica el Protector Solar Todos los Días: No importa si es invierno o verano, soleado o nublado; el daño solar es continuo. Usa un protector con al menos SPF 30 y reaplícala cada dos horas si estás al aire libre.
Protección Física: Complementa el uso del protector solar con barreras físicas como sombreros, gafas de sol y ropa de manga larga. Estos elementos ayudan a minimizar la exposición directa.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y merece un cuidado constante. Las manchas y otros signos visibles de daño solar no son inevitables y, con la protección adecuada, podemos evitar problemas mayores, como el cáncer de piel. Invertir en tu salud cutánea hoy es la mejor manera de mantener una piel joven y saludable en el futuro.
Si deseas más información sobre cómo cuidar tu piel y qué protector solar es el más adecuado para ti, te invito a agendar una consulta aquí.